Nota del autor: Me confieso antropocentrista, esto es un primer borrador y reconozco que se me han olvidado muchos detalles tanto físicos como biológicos, que sabrán no me son muy reelevantes. Le pido un poco disculpas a Dios, pero él ya sabe que seguido le hecho la culpa, tal vez por eso nos llevamos tan bien. En mi vocabulario hombre significa ser humano y lamento un poco que se haya hecho la confusa y común división en español, entre hombre y mujer, sin inventar una palabra más adecuada para los seres humanos de género másculino.
Debo advertirles que está obra resulta en cierto sentido una recreación de Dios más que la historia de la creación del hombre, y reconozco que me es más fácil creer en un Dios distraído y un poco torpe por que me resulta más familiar y amigable, así como que creo que Dios tiene una parte hecha a la medida de cada quién y no puedo hacer más que tratar de compartírselas.
Era el sexto día, Dios había amanecido un tanto inquieto, pues en sueños había visto lo que había de crear ese día y ya eran las 7 de la mañana y todavia no estaba seguro de cómo iba a comenzar, se sentó a jugar con un perro que pasaba por ahí y cerca de las 8 y media se levantó en silencio, aventó un hueso lo más lejos que se le ocurrió en ese momento.
Con la cara muy seria se puso un mandil enorme con unos diseños que no podemos imaginar, pero igual un mandil. Camino hacia la orilla de un riachuelo, se sentó, tomó aire, se rascó la cabeza y metió las manos en el lodo, un sentimiento entre frio caliente recorrió sus brazos.
Sus manos empezaron a trabajar con toda calma, empezó con figuras que le eran familiares de los días anteriores, y una vez que tuvo un pequeño jardincito con insectos y todo, caminó hacia una parte donde el lodo tenía un color un poquito diferente, se quitó el mandil que le estorbaba un poco y lo aventó por ahi.
Había decidido crear algo a su imagen y semejanza por eso estaba algo preocupado, pues nadie sabe mejor que él lo horrible que es recrearse a sí mismo, aunque sólo sea de juego un viernes por la mañana.
Cuando tomó el barro era ya casi medio día y la verdad se sintió tentado a ir a comer algo, pero una vez empezado el trabajo es mejor terminarlo para poder disfrutar la comida, creó primero una figura alargada y le puso unas extensiones para que pudiera moverse, caminar, bailar, correr o jugar fútbol. Tardó un poquito pero logró darle unas bonitas rodillas y pasó un rato doblándolas para adelante y para atrás hasta que se convenció de que funcionaban bien.
Después pensó en la comezón, no podía crear un ser que no pudiera rascarse, así que casi por aparte creó las manos y las pegó al cuerpo mediante los brazos, a los cuales les dió toda la movilidad posible para que pudieramos alcanzarnos casi cualquier parte, una vez hecho esto, tomó la figurilla y se rascó la cabeza con ella para ver si le gustaba, entonces decidió ponerle uñas para que se sintiera mejor.
Aunque tengo que contar que mucho más tarde me confesó que dejó la espalda fuera de alcance para que entre otras cosas necesitáramos ayuda para enjabonarnos o rascarnos, lo malo es que la mayor parte de las veces se queda algo sucia y abandonada (ni el buen Dios podía pensar en todo)
Para que no se vieran tan diferentes los brazos y las piernas, Dios inventó los pies para que rascaramos la tierra cada vez que nos diera por movernos, ya que a la pobre la había dejado indefensa en este aspecto y tenía que confiar en el viento, la lluvia, y algunos animalitos que amablemente desempeñaban esta función.
Decidió darle forma al cuerpo por que se le hizo que se veía sin chiste, así poco a poco moldeo los músculos de las piernas, y de los brazos, con el torso se tardó un poco más, pues no era tan obvio que forma debía tener, moldeó el pecho con todo cuidado, llenándolo de diferentes músculos huesos y órganos.
El torso, que es mas bien una cajita, estaba pensado para guardar un solo órgano que regulara todo, pero no le gustó por que había quedado muy cuadrado y hacía un ruidito chistoso al funcionar, asi que lo dividió con gran detalle, probablemente más del que te puedo explicar, lo primero que puso fue el estómago y los intestinos para que la figura pudiera alimentarse, y se aseguró de que fuera lo bastante flexible porque la verdad le gustan mucho los gorditos.
Después puso los pulmones y pensó que era bueno que funcionaran con cierto ritmo inflándose y desinflándose, los creó de tal forma que fueran como unos arbolitos dentro de una bolsa para que nunca se nos olvidara de donde viene el oxigeno y que debíamos cuidar a los pobres árboles.
El hígado supongo que fue algo más complicado por que de hecho cuando lo estaba confeccionando se pinchó con una de sus herramientas y sin querer lo apretó un poquito de más, por lo que de vez en cuando genera un liquido amarillo, de una partecita que la verdad quedó medio defectuosa.
Hecho esto quedó satisfecho y decidió cerrar el cuerpo, lo dejó apoyado tantito junto a un árbol en lo que iba a buscar una herramienta más fina para delinear algunos detallitos que se le habían ocurrido de repente, la figura se resbaló y estuvo a punto de desbaratarse pero la detuvo una rama y algo del barro de la espalda se amontonó en la parte baja, así que decidió formar dos partes redonditas solo para que se viera mas bonito.
El cuerpo del hombre ya casi estaba formado del todo y al tener que tomarlo de algún lado para seguir trabajando le dió forma, casi sin querer a los hombros y al cuello, y definitivamente le gustó como había quedado la forma redondeada que más tarde iba a llevar el nombre de cabeza y se alegró pues con eso era muy parecido a él pero no igual.
Ahora se enfentaba a un gran dilema, la cara no era una cuestión fácil, ya estaba algo cansado y hambriento así que se tomó un descanso antes del atardecer y se sentó a disfrutar la más maravillosa combinanción de frutas, verduras y raíces que te puedas imaginar, terminó con un té bien calientito de unas hojas que todavía no han sido vistas por ningún hombre.
Tomó un palito afilado que venía de alguna flor, la piedra mas chistosa que pudo encontrar y sin querer se puso a pensar en los números y se dio cuenta de que el 3 era el número que más le gustaba en ese entonces, así que le hizo tres hoyitos en lo que se iba a convertir mas tarde en el rostro y con la piedra empezó a delinear el perfil.
Había pensado ponerle tres lindos ojos a la figurilla, pero antes de terminar de detallar el tercero, se dio cuenta de que hacer bizco resultaba demasiado excesivo, por lo que en vez de rellenar el tercer hueco le dio forma a los contornos y los hizo sonreir. Rompió una gran concha que estaba ahí cerca y le adornó la sonrisa para que se viera mejor.
Después de mirar un rato su obra fue delineando las diferentes faciones y le gusto tanto que ahora se ha aficionado a hacer una trabajo único y particular con cada una de las figurillas que pasan por sus manos.
Sonriendo y como de broma nos puso torpemente la nariz, aunque hay que resaltar que hizo esto a propósito con el objetivo de hacer mas interesantes los besos, pues la verdad es que con dos pequeños hoyitos bastaba. Así tambíen fue como se le ocurrió la lengua y la instaló con todo cuidado adentró de la boca.
Las orejas fueron definitivamente algo más complicado, primero había pensado en ponernos un tipo de cuerno que funcionara como antena, pero no estaba muy seguro de en que parte de la cabeza ponerlo, y se dió cuenta que era mejor dejar descubierta la cabeza al cielo y aprovechar los costados. De la forma de las orejas solo puedo decir que fue lo mejor que pudo hacer para evitar y provocar ciertas interferencias.
Después notó que le hacía falta algo de portección contra el frio, como a otros de sus animalitos, asi que le puso pelo por aquí y por alla, sin tener mucho cuidado por que sabía muy bien dentro de él que no iba a pasar mucho tiempo antes de que se nos ocurriera usar ropa lo cual lo maravilla y le hace gracia.
Vió que el dos era un número bueno para su hombrecillo, pues tenía dos ojos, orejas, brazos, piernas, etc, así que por su cuenta hizo una partición natural, masculino y femenino, sin hacer primero a ninguno, ni quitarle un pedazo a nadie, como las malas lenguas nos han hecho creer durante ya tantos siglos, pero desgraciadamente yo sí debo respetar cierto orden pues dos manos sólo me bastan para escribir un parrafo a la vez, así que empezaré con el género femenino, como se acostumbra en nuestra cultura.
De la figurilla, que debo recordarles era una sola, aparecieron dos iguales y empezó por darle un contorno más delicado y suave, sin que perdiera su forma original, pero al hacer el cuerpo más suave tuvo que redistribuir algo de peso para que no se desestabilizara al bailar y saltar, formando así los senos y las caderas. Le destacó algunos rasgos, pero esos los dejo a su experiencia e imaginación personal.
Al hacer a la contraparte masculina un poco más maciza, se dió cuenta de que así como estaba no tendría problemas de estabilidad: le hizo correr un poco, treparse a un burrito que pasó por ahí y cargar una que otra piedra, después de esto le detalló tambíen ciertos rasgos característicos y se sintió contento de que fueran iguales y tan diferentes.
La unión física es tan importante como la espiritual, por lo que después de pensar mucho como serían las mejores formas de abrazarse reacomodó las costillas de unos y otros, alargó un poco más los brazos, moldeó un poco las cinturas, y para terminar puso las últimas piezas del rompecabezas, que tan seguido nos hacen perder la cabeza, así aseguraba una larga descendencia.
La parte física básica estaba completa, así que para dotarlos de razón tomó un poco de barro gris, lo separó y moldeó dos cerebros uno para cada quién (disculpenme, pero no podría asegurar este detalle pues la vez que platicamos Dios no quiso tocar el tema, así que sólo supongo) y los puso con todo cuidado, aunque quedó un poco diferente la cabeza, por lo que decidió tapar algunos errorcillos con el cabello.
Dios estaba muy contento y bastante cansado, ya era noche cerrada, asi que volteó al cielo y la luna le dió no sé que nostalgia, así que decidió compensar la suavidad femenina con un nuevo músculo fuerte y resistente, que delineó con cuidado y gran dedicación, que se iba a encargar de alimentar a todo el cuerpo, el corazón masculino lo hizo más rapidamente resultando más débil y un poco tosco.
Se dió cuenta de que había cerrado al cuerpo sin dejar forma de introducir estos nuevos orgános y despues de pensar un rato, el porqué no debían ir en la cabeza tan cerca del cerebro, se decidió a hacerles a las dos figuritas un hoyito a media panza y los introdujo con todo cuidado pero nunca pudo explicarse como fue que quedaron donde quedaron supuso que estaban bien a medio camino entre el cerebro y los órganos sexuales y tapó el hoyito para que no se fuera a salir nada.
Ya era casi media noche cuando paso un bichito juguetendo cerca de su nariz y le hizo estornudar, el aliento le dió vida a la figurilla que tenía entre sus manos, y no pudo más que sonreir cuando la vió acurrucarse de frio y reir de contento cuando le pasó la mano por la espalda y lo puso en un lugar calientito junto a un gran árbol de papayas (en ese entonces todavía quedaban un montón)
Aunque de vez en cuando reprende a ese bichito juguetón, porque estaba algo distraído cuando pasó y su travesura le impidió ponerle al hombre una bonita cola, para tratar de remediar el problema que les presente antes que nos obliga a rascarnos contra la pared o algún arbol, en fin sólo basta decir que estoy muy agradecido con el mosquito por las dificultades ocasionadas.
Hay que reconocer que esto no tiene nada que ver contigo, ni conmigo, pues de esto ha pasado ya tanto tiempo que la vida misma ha creado todo tipo de variaciones y combinaciones, y sobretodo hay que tener en cuenta de que el buen Dios después de observar la última creación de sus manos, nos dió el libre albedrío en un momento de debilidad, cosa que lo entristece a veces, pero lo ha hecho más comprensivo.
Nueva nota aclaratoria: Sobre la razón y el corazón no sé gran cosa, así que les pido clemencia en estas partes de la narración pues es el verdadero sentido de escribir sobre el hombre, pero no hay prisa y espero no me falte el tiempo para aprender. Les agradezco sus comentarios, críticas y aclaraciones, y tengo que advertirles que serán temas recurrentes en mis conversaciones y escritos posteriores, así como lo han sido hasta ahora.
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