es cierto; hay días negros, grises, así como hay de muchos colores; pero ¿quien se encarga aventar los colores? Será el famoso Destino, algún mago aburrido o ese niño risueño y travieso, quien no puede ser otro más que Dios.
no necesito confesarte que yo repinto mis días. Cuando no tengo muchas fuerzas los pinto de negro, de café, de colores opacos, por que sabes que hay días en que mi pobre corazón se deja vencer cargado de fastidio, de indiferencia.
guardo silencio, me quedo sentado sin esperar, y esta calma me mantiene alejado de tantos cuentos, de simples anécdotas o lindos poemas, que a veces encuentro jugueteando, saltando o paseando por mi cabeza de tan graciosa manera.
reconozco que existen palabras, breves sonrisas, sencillas miradas, así como un poco de magia, que despiertan mi alma, y me avientan a la vida, hacia ese mundo donde no se hacen preguntas, por que es más fácil imaginar las respuestas.
“La luna sonríe y el buen sol nos quema un poco la piel”
todas la mañanas antes de escoger un color, te agradezco las fórmulas mágicas que dejan tus labios capaces de darle movimiento a todos los seres y a todos los astros, de donde me robo colores para inventar otros que intentan ser nuevos.
las tardes pasan rápido en interminable carrera, aunque he de decirte que desde la ultima vez que volteaste, se han hecho un poco mas lentas, y de vez en cuando pierden el paso como si distraídas se hubieran detenido a ver una nueva estrella.
en las noches tranquilas mi alma descansa, volando con los ojos bien abiertos por tantos mundos nuevos que se confunden y mezclan con la gran variedad de realidades que abarcan los sueños, que recorremos con los ojos cerrados.
sabes también que no sólo divido los días en tres, pues me has acompañado en algunas de las noches más soleadas, o te has reído con la luna y conmigo en esas horas del día en que yo digo que no es de día ni de noche, aunque no tenga razón.
“No se gastan los colores mientras haya ideas por colorear”
te recuerdo seguido y seguido me sirves de guía, con esa lucecilla clara y curiosa que alumbra los caminos que voy inventando con cada paso, con cada salto o mejor aún cuando doy vueltas o me caigo por caminar de cabeza.
te confieso que mi memoria te recuerda con libre albedrío, aunque sabes muy bien que no dejas de ser tu, no te preocupes, solo se debe a que no puedo verte completa y tengo que dibujar algunas cosas menores, sin importancia.
regreso constantemente hacia mi para ver quien soy, para ver que hay, tal vez algún animalito nuevo, una mentirilla inocente, un cuento o por si ha regresado el niño despeinado con las manos sucias y los bolsillos llenos.
sin estas palabras soy poco mas que nada, por eso te escribo para compartir esos paisajes, y para que de vez en cuando me tomes de la mano y me acompañes a volar por los aires regalándome colores que no puedo imaginar.
Friday, March 18, 2005
Friday, March 11, 2005
Vieja Tortuga
En medio del bosque rodeada de árboles, grandes y sabios se encuentra un pequeña cabaña de madera algo destartalada y un poco húmeda, sin embargo ya tiene varios años que de su pequeña chimenea no deja de salir un agradable humo, que la mantiene caliente y se podría decir que viva, ahí habita una tortuga por quien no pasa el tiempo, sólo que ya no me acuerdo cuando dejó el mar. Siempre se levanta temprano, y aun cuando ya se le nota el cansancio, va a cortar la leña, recoge agua y otras actividades indispensables para su vida diaria, después pone el desayuno, sirviendo dos platos, igual que en la comida e incluso en la noche sirve dos tasas de café, sin que nadie la haya acompañado en ya demasiado tiempo, sin embargo las flores me cuentan que desde siempre ha esperado a alguien y una de ellas se atrevió a decir que ese podría ser yo, aunque yo no lo creo; después de varios años por fin salgo sin buscar nada, ni a nadie, yo no diría por cansancio, sino que con un dejo de tranquilidad y calma.
Llevo años andando, he recorrido muchos lugares, he visto muchas cosas, y supongo que he tomado mucho, tal vez hasta un poquito de mas, aunque también, puedo decir con una sonrisa y con una lagrima que he ido dejando parte de mi en todos los lugares que he recorrido y por fin la calma me ha traído hasta aquí donde me puedo comunicar con los animales, las plantas, y con las piedras, supongo que la vida me ha abierto los ojos, los oídos, todos los sentidos.
De mi plática con las flores me distrajo el viento que me hizo voltear hacia la cabaña, al tiempo que exclamaba silenciosamente, “Ve que te esperan, ya te has retrasado mucho”. Camine por una pequeña vereda y cuando iba a tocar a la puerta, esta se abrió con un alegre saludo, dejándome entrar, una silla me pidió que me sentara y una tasa me ofreció el café que llevaba encima, y un viejo que reloj que ya no funcionaba, me dijo ten calma, aquí no pasa el tiempo, (anda paseando por ahí, es un poco juguetón, tu sabes que a veces se para y otras va demasiado a prisa, todavía tiene mucho que aprender, así como tu que puedes jugar con él cada vez que quieras).
En eso entro la tortuga y me dijo que tenía cosas que enseñarme y como todo en la vida, hay cosas que parecen incomprensibles, pero con un poco de calma son fáciles de aprender. Comprendí que la calma esta más allá del tiempo, es poco de eternidad. La primera lección empieza con una pregunta ¿Cómo veniste a dar aquí? caminando respondí sin pensar, y me dijo tranquilamente "ya tendrás tiempo de pensarlo mejor".
Me hundí en mis pensamientos, y cuando me di cuenta ya era de noche, lo cual me pareció raro, por que ahí no pasaba el tiempo y le pregunte a mi anfitriona que era lo que pasaba y dijo, "no se, ha de ser por que no has superado tus costumbres", la verdad es que no entendí que era lo que trataba de decir pero no pregunte mas y salí de la cabaña, a ver la luna que tanto me gusta y para mi sorpresa una resplandeciente luna llena brillaba sobre mi cabeza, mejor que si la estuviera soñando, y en eso me acorde de tí y de las noches que pasamos caminando, y de todas las cosas que descubrimos juntos, pero sobre todo de la tarde que te tuviste que ir ... y de pronto estabas ahí ; tal cual te recordaba de la estación, llevabas tu vestido blanco, con ese sombrero que desentonaba con todo que yo te había regalado. Esta vez te pedí que te quedaras, y me abrazaste mientras atónito miraba el tren marcharse, llevándose todas tus maletas… sin saber como estábamos los dos de la mano sentados frente a la vieja cabaña de la vieja tortuga.
Nos llamo a desayunar, después de un maravilloso amanecer, te regalo una alegre sonrisa, y nos dejo jugar por el bosque toda la mañana, con un solecito que nos acompaño en un día hermoso, y un cielo tan azul que nunca mostró su blanco velo, después de comer, te pidió que salieras un rato y me dijo seriamente que tendrías que irte que ese no era tu lugar, ni tu momento, irritado deje caer mi puño sobre la mesa, quien soltó un triste quejido, mas por mi corazón roto que por el golpe; en eso se soltaba una dura tormenta, y sentado en la mecedora te ví desaparecer y esta vez ni siquiera pude decir adiós.
Después de un rato le pregunté si es que acaso volveré a verte, le pregunté por el futuro, por que me ocurría a mi todo eso, por que solo podía ser por un rato y me dijo que calma que todavía no entendía nada, y me dijo que no tenía sentido que me dijera el futuro; por que tenía suficiente fuerza para cambiarlo para crear mi propio destino; que todo, absolutamente todo estaba en mis manos y dijo que bastaba con que me volteara la vista hacia mi, con conocerme tal como soy, para poder cambiarlo todo. Me levanté del sillón, ví hacía fuera y estaba de nuevo la luna con su alegre sonrisa y me reto a cambiarla, a esconderla; desee ver el sol y de pronto su brillo me cerró los ojos, les pedí a las nubes que cubrieran el cielo y su manto se tendió sobre mi cabeza, les pedía las piedras que se convirtieran en flores y a las flores en piedras y cambiaron su forma.
De pronto me encontré en una cuidad cualquiera con coches, con gente, con tiendas, y escuché que un gato me decía: “tu tienes el poder para cambiarlo todo, pero recuerda que nada está ahí al azar todo tiene un sentido”. Ví el mundo de otra manera y empecé a aceptarlo todo, las flores, los campos, las casas, las lagrimas, incluso la pobreza, aunque reconozco que de vez en cuando le pido a alguna piedra que cambie en alguna moneda para depositarla en un vasito medio vacío, y espero con ansia volver a encontrarte, solo hace falta el momento preciso en que tu quieras regresar.
Llevo años andando, he recorrido muchos lugares, he visto muchas cosas, y supongo que he tomado mucho, tal vez hasta un poquito de mas, aunque también, puedo decir con una sonrisa y con una lagrima que he ido dejando parte de mi en todos los lugares que he recorrido y por fin la calma me ha traído hasta aquí donde me puedo comunicar con los animales, las plantas, y con las piedras, supongo que la vida me ha abierto los ojos, los oídos, todos los sentidos.
De mi plática con las flores me distrajo el viento que me hizo voltear hacia la cabaña, al tiempo que exclamaba silenciosamente, “Ve que te esperan, ya te has retrasado mucho”. Camine por una pequeña vereda y cuando iba a tocar a la puerta, esta se abrió con un alegre saludo, dejándome entrar, una silla me pidió que me sentara y una tasa me ofreció el café que llevaba encima, y un viejo que reloj que ya no funcionaba, me dijo ten calma, aquí no pasa el tiempo, (anda paseando por ahí, es un poco juguetón, tu sabes que a veces se para y otras va demasiado a prisa, todavía tiene mucho que aprender, así como tu que puedes jugar con él cada vez que quieras).
En eso entro la tortuga y me dijo que tenía cosas que enseñarme y como todo en la vida, hay cosas que parecen incomprensibles, pero con un poco de calma son fáciles de aprender. Comprendí que la calma esta más allá del tiempo, es poco de eternidad. La primera lección empieza con una pregunta ¿Cómo veniste a dar aquí? caminando respondí sin pensar, y me dijo tranquilamente "ya tendrás tiempo de pensarlo mejor".
Me hundí en mis pensamientos, y cuando me di cuenta ya era de noche, lo cual me pareció raro, por que ahí no pasaba el tiempo y le pregunte a mi anfitriona que era lo que pasaba y dijo, "no se, ha de ser por que no has superado tus costumbres", la verdad es que no entendí que era lo que trataba de decir pero no pregunte mas y salí de la cabaña, a ver la luna que tanto me gusta y para mi sorpresa una resplandeciente luna llena brillaba sobre mi cabeza, mejor que si la estuviera soñando, y en eso me acorde de tí y de las noches que pasamos caminando, y de todas las cosas que descubrimos juntos, pero sobre todo de la tarde que te tuviste que ir ... y de pronto estabas ahí ; tal cual te recordaba de la estación, llevabas tu vestido blanco, con ese sombrero que desentonaba con todo que yo te había regalado. Esta vez te pedí que te quedaras, y me abrazaste mientras atónito miraba el tren marcharse, llevándose todas tus maletas… sin saber como estábamos los dos de la mano sentados frente a la vieja cabaña de la vieja tortuga.
Nos llamo a desayunar, después de un maravilloso amanecer, te regalo una alegre sonrisa, y nos dejo jugar por el bosque toda la mañana, con un solecito que nos acompaño en un día hermoso, y un cielo tan azul que nunca mostró su blanco velo, después de comer, te pidió que salieras un rato y me dijo seriamente que tendrías que irte que ese no era tu lugar, ni tu momento, irritado deje caer mi puño sobre la mesa, quien soltó un triste quejido, mas por mi corazón roto que por el golpe; en eso se soltaba una dura tormenta, y sentado en la mecedora te ví desaparecer y esta vez ni siquiera pude decir adiós.
Después de un rato le pregunté si es que acaso volveré a verte, le pregunté por el futuro, por que me ocurría a mi todo eso, por que solo podía ser por un rato y me dijo que calma que todavía no entendía nada, y me dijo que no tenía sentido que me dijera el futuro; por que tenía suficiente fuerza para cambiarlo para crear mi propio destino; que todo, absolutamente todo estaba en mis manos y dijo que bastaba con que me volteara la vista hacia mi, con conocerme tal como soy, para poder cambiarlo todo. Me levanté del sillón, ví hacía fuera y estaba de nuevo la luna con su alegre sonrisa y me reto a cambiarla, a esconderla; desee ver el sol y de pronto su brillo me cerró los ojos, les pedí a las nubes que cubrieran el cielo y su manto se tendió sobre mi cabeza, les pedía las piedras que se convirtieran en flores y a las flores en piedras y cambiaron su forma.
De pronto me encontré en una cuidad cualquiera con coches, con gente, con tiendas, y escuché que un gato me decía: “tu tienes el poder para cambiarlo todo, pero recuerda que nada está ahí al azar todo tiene un sentido”. Ví el mundo de otra manera y empecé a aceptarlo todo, las flores, los campos, las casas, las lagrimas, incluso la pobreza, aunque reconozco que de vez en cuando le pido a alguna piedra que cambie en alguna moneda para depositarla en un vasito medio vacío, y espero con ansia volver a encontrarte, solo hace falta el momento preciso en que tu quieras regresar.
Tuesday, March 08, 2005
Un día cualquiera
Lentamente se encendía la vela, bañanado la mesa decolores, miraba su reflejo en el vino de una copa derramada y a mis espaldas se extendía una inmensa ensalada que parecía infinita, salvo por una hogaza de pan que imponente lo retenia, y no eramos mas que hormigas tratando de escuchar el silencio que representaba esa magica sinfonía
Juan, Jesus, José,... no importa, caminaba como ensueños sin tocar la calle, llevaba un ritmo tranquilo al igual que su pequeño tambor, tenía la cara marcada de "volveres a empezar" sin embargo me recordaba un poco al cielo, limpio, claro y con un dejo de eternidad de que sabes que siempre ha estado ahi. Debo reconocerque me maravillaba; a mi, el espejo solo me añadía mas cosas con el paso del tiempo, al principio, con un suave murmullo, pero ultimamente había veces que me costaba encontrarme en ese reflejo cada ves mas extraño
Al pasar me saludo con las mismas palabras que de tanto usarlas, mi memoria las había olvidado y sonaban todos los diás diferentes, y lo que mas le admiro es que nunca titubeaba, como tanta gente que pasa aburrida de ser lo mismo dejando las mismas nuevas tonterías por todos lados
Todos los días se perdía en el horizonte, aunque yo sabía muy bien que él no era como otros hombres de quienes huye el sol, a él todos los días lo abrazaba con gran cariño y hasta me gusta decir que con nostalgia
A su regreso me atreví a romper el ciclo que me encantaba, en el cual entraba y me pedía un vaso de horchata de coco, que yo preparaba todos los días antes de su llegada, desde hace tanto que creo que fue siempre asi, gota a gota pasaba por su garganta y me pagaba con la misma moneda y nunca entendí por que era lo único que jamás cambiaba de precio
Le pregunte ¿A que hora empieza el día? sin que dijera nada leí en su mirada 'acompañame' y lo seguí dejando todo atrás, sin pensar en nada
Sin embargo no puede decirles que paso con él pues no recuerdo haberlo visto ni antes ni después, y la verdad es que no entendía nada hasta que un viejo tendero que cada día tenía nuevas arrugas me pregunto ¿aque hora empieza el día? y todas las palabras brotaron de mi boca sin decir nada
Al irse apagando la vela los hermosos colores fueron tomando un tono grisaceo que no se nos hacía triste sino necesario y después todo quedo cubierto por un velo obscuro, y un alegre murmullo nos sopló en la cara
'La vela no se prende ni se apaga, solo cumple sufunción que es brillar'
Juan, Jesus, José,... no importa, caminaba como ensueños sin tocar la calle, llevaba un ritmo tranquilo al igual que su pequeño tambor, tenía la cara marcada de "volveres a empezar" sin embargo me recordaba un poco al cielo, limpio, claro y con un dejo de eternidad de que sabes que siempre ha estado ahi. Debo reconocerque me maravillaba; a mi, el espejo solo me añadía mas cosas con el paso del tiempo, al principio, con un suave murmullo, pero ultimamente había veces que me costaba encontrarme en ese reflejo cada ves mas extraño
Al pasar me saludo con las mismas palabras que de tanto usarlas, mi memoria las había olvidado y sonaban todos los diás diferentes, y lo que mas le admiro es que nunca titubeaba, como tanta gente que pasa aburrida de ser lo mismo dejando las mismas nuevas tonterías por todos lados
Todos los días se perdía en el horizonte, aunque yo sabía muy bien que él no era como otros hombres de quienes huye el sol, a él todos los días lo abrazaba con gran cariño y hasta me gusta decir que con nostalgia
A su regreso me atreví a romper el ciclo que me encantaba, en el cual entraba y me pedía un vaso de horchata de coco, que yo preparaba todos los días antes de su llegada, desde hace tanto que creo que fue siempre asi, gota a gota pasaba por su garganta y me pagaba con la misma moneda y nunca entendí por que era lo único que jamás cambiaba de precio
Le pregunte ¿A que hora empieza el día? sin que dijera nada leí en su mirada 'acompañame' y lo seguí dejando todo atrás, sin pensar en nada
Sin embargo no puede decirles que paso con él pues no recuerdo haberlo visto ni antes ni después, y la verdad es que no entendía nada hasta que un viejo tendero que cada día tenía nuevas arrugas me pregunto ¿aque hora empieza el día? y todas las palabras brotaron de mi boca sin decir nada
Al irse apagando la vela los hermosos colores fueron tomando un tono grisaceo que no se nos hacía triste sino necesario y después todo quedo cubierto por un velo obscuro, y un alegre murmullo nos sopló en la cara
'La vela no se prende ni se apaga, solo cumple sufunción que es brillar'
Thursday, March 03, 2005
Parque
Te encontré caminando no te veías como siempre pero no te dije nada, sólo sonreí como todas la veces que te veía, así nada mas por verte y me pareció que te acercaste, dejaste a un lado (al menos por un segundo) la enorme carga del trabajo, la escuela y Dios sabe que tantas cosas. Tu abrazo no fue tan efusivo como otras veces pero fue sincero y no pudiste evitar reírte cuando te conté que me había caído por ir leyendo mientras caminaba (sólo a mi se me ocurre) pero sabes que hay libros que no pueden esperar.
Tenía tiempo de no verte aunque siempre te he sentido cerca, extrañaba esa sonrisa tan especial que pones cuando hago muecas o me pongo a hacer marometas a media plaza, y esos ojos curiosos de las dos o tres veces que hago como que hablo en serio. Lo cierto es que estaba tan acostumbrado a encontrarte entre líneas, que no sabía que hacer quería abrazarte, besarte y contarte tantas cosas que solo acerté a darte la mano y me quede en silencio, tranquilo, dispuesto a escucharte (era lo que el corazón mandaba).
No dijiste nada y yo tampoco te pregunté. Lentamente busqué tus ojos y me los llevé hacia el cielo, un poco mas arriba de las grises nubes que cubrían el cielo; allá donde siempre es azul, aunque ese día pesabas un poco más y no tengo pena en reconocer que llegué algo cansado, pero era lo menos que podía hacer después de tantas veces que te has tenido que meter al lodo para echarme la mano o por lo menos para agradecerte por alguno de los caramelos que endulzan mis cuentos.
Recuerdo que querías que detuviera el tiempo aunque fuera por un segundo como si no supieras que en el paraíso no hay tiempo: por eso es eterno, aunque me entró miedo de que tal vez tú no estuvieras ahí y mis fuerzas no fueran las suficientes. Un suspiro trajo la ligereza que necesitaba para llevarte aún mas lejos y el blanco de tus dientes sirvió de pañuelo para enjuagar dos o tres lagrimas de mi corazón, aún cuando tenía los ojos bastante secos no como aquella vez que sentado a tu lado me veía partir.
Te veías algo cansada, así que casi sin que te dieras cuenta te cargué a mis espaldas y seguí avanzando con esa determinación que sabes que regularmente me falla, y me animaban las risas que a mis espaldas no podías evitar cada vez que jadeaba o cuando parecía que por fin se me doblaban las piernas. El sudor me llenaba la cara y me picaba los ojos; me ayudaste a limpiarlos pero olvidaste quitar tus manos, así que frente a la noche repentina me entraron ganas de correr, retando un poco al desastre.
Caídos en la hierba de regreso a la tierra, con las rodillas algo raspadas, entre tus cabellos algo revueltos me encontré que tenías otra cara. Algo mas fresca, aunque seguías algo preocupada, pude leer en las líneas de tu frente que tenías que irte, que hace rato que te esperaban, me dejaste boca arriba, tranquilo, maravillado al ver el cielo que acabábamos de recorrer, a media carrera volteaste como para ver si seguía ahí y me gritaste a la distancia:
“uno no puede evitar al pasar por los parques, detenerse para subirse a los columpios o para dar una vuelta en el carrusel”.
Tenía tiempo de no verte aunque siempre te he sentido cerca, extrañaba esa sonrisa tan especial que pones cuando hago muecas o me pongo a hacer marometas a media plaza, y esos ojos curiosos de las dos o tres veces que hago como que hablo en serio. Lo cierto es que estaba tan acostumbrado a encontrarte entre líneas, que no sabía que hacer quería abrazarte, besarte y contarte tantas cosas que solo acerté a darte la mano y me quede en silencio, tranquilo, dispuesto a escucharte (era lo que el corazón mandaba).
No dijiste nada y yo tampoco te pregunté. Lentamente busqué tus ojos y me los llevé hacia el cielo, un poco mas arriba de las grises nubes que cubrían el cielo; allá donde siempre es azul, aunque ese día pesabas un poco más y no tengo pena en reconocer que llegué algo cansado, pero era lo menos que podía hacer después de tantas veces que te has tenido que meter al lodo para echarme la mano o por lo menos para agradecerte por alguno de los caramelos que endulzan mis cuentos.
Recuerdo que querías que detuviera el tiempo aunque fuera por un segundo como si no supieras que en el paraíso no hay tiempo: por eso es eterno, aunque me entró miedo de que tal vez tú no estuvieras ahí y mis fuerzas no fueran las suficientes. Un suspiro trajo la ligereza que necesitaba para llevarte aún mas lejos y el blanco de tus dientes sirvió de pañuelo para enjuagar dos o tres lagrimas de mi corazón, aún cuando tenía los ojos bastante secos no como aquella vez que sentado a tu lado me veía partir.
Te veías algo cansada, así que casi sin que te dieras cuenta te cargué a mis espaldas y seguí avanzando con esa determinación que sabes que regularmente me falla, y me animaban las risas que a mis espaldas no podías evitar cada vez que jadeaba o cuando parecía que por fin se me doblaban las piernas. El sudor me llenaba la cara y me picaba los ojos; me ayudaste a limpiarlos pero olvidaste quitar tus manos, así que frente a la noche repentina me entraron ganas de correr, retando un poco al desastre.
Caídos en la hierba de regreso a la tierra, con las rodillas algo raspadas, entre tus cabellos algo revueltos me encontré que tenías otra cara. Algo mas fresca, aunque seguías algo preocupada, pude leer en las líneas de tu frente que tenías que irte, que hace rato que te esperaban, me dejaste boca arriba, tranquilo, maravillado al ver el cielo que acabábamos de recorrer, a media carrera volteaste como para ver si seguía ahí y me gritaste a la distancia:
“uno no puede evitar al pasar por los parques, detenerse para subirse a los columpios o para dar una vuelta en el carrusel”.
cursi
estaría chido, caminar y caminar por ahi, y tal vez pararse de vez en cuando a tomar un helado o a escribir un verso, o no se... cualquier cosa, como darte un besito para que me pidas uno grande o nada mas ponerme a llorar asi por el puro gusto, por las simples ganas de no pensar, o rascarme la cabeza o rascarte la cabeza
o tal vez tomarte de la mano y salir volando sin preguntarte a donde vamos, o correr en la playa y reir en ella de lo absurdo y de lo bonito que es el mundo, con tantas historias que no nos han sido contadas y que estan esperando que las descubramos abajo de las piedras o entre los dedos de nuestras manos
tambien me gustaria saltar alguna barda y encontrar el jardin mas bonito del mundo solo por que tu estas ahi y comernos una de las enormes sandías que traías en una pequeña bolsita morada donde tambien cabía tu chamarra, que solo llevabas por si hacia frio como si no supieras que mis manos siempre estan calientitas
poco a poco me voy cansando y me voy deteniendo a mirarte a la cara, por que acabo de entender que hace rato quería poner el mundo de cabeza solo por las ganas y ponerme a buscar el color mas bonito con los ojos cerrados pero la verdad es que no hace falta es mejor picarte la panza
sentarnos debajo de un arbol en otoño a contar las hojas que caen o mejor en primavera a contar las que estan ahi y las flores y los pajaritos, y estoy seguro que entre todas esas cosas simplemente encontrarias esas cosas que no te puedo decir con palabras pues he gastado mi lengua sin lograr nada
o tal vez tomarte de la mano y salir volando sin preguntarte a donde vamos, o correr en la playa y reir en ella de lo absurdo y de lo bonito que es el mundo, con tantas historias que no nos han sido contadas y que estan esperando que las descubramos abajo de las piedras o entre los dedos de nuestras manos
tambien me gustaria saltar alguna barda y encontrar el jardin mas bonito del mundo solo por que tu estas ahi y comernos una de las enormes sandías que traías en una pequeña bolsita morada donde tambien cabía tu chamarra, que solo llevabas por si hacia frio como si no supieras que mis manos siempre estan calientitas
poco a poco me voy cansando y me voy deteniendo a mirarte a la cara, por que acabo de entender que hace rato quería poner el mundo de cabeza solo por las ganas y ponerme a buscar el color mas bonito con los ojos cerrados pero la verdad es que no hace falta es mejor picarte la panza
sentarnos debajo de un arbol en otoño a contar las hojas que caen o mejor en primavera a contar las que estan ahi y las flores y los pajaritos, y estoy seguro que entre todas esas cosas simplemente encontrarias esas cosas que no te puedo decir con palabras pues he gastado mi lengua sin lograr nada
Wednesday, March 02, 2005
Calendario
Existen días gordos y pesados, que nacen un poco cansados, que se niegan a terminar aunque el reloj con su interminable paso se obstine en tratar de apresurarlos, o el orgulloso calendario grite alzando su voz -¡Pase de una vez señor!-
Justo al empezar la semana pasada, me tope con tremendo día, que por mas que intentaba, no lograba esconder su inmensa barriga, mientras se acurrucaba detrás de un lunes algo desmejorado que comía chocolates para darse animo.
Basado en experiencias pasadas en que caí en un sucio charco al tratar de saltar un día mas ancho que alto, decidí correr para darle la vuelta, tarea bastante inutíl al contarles que alrededor de su eje no pude evitar que pasara poco mas de un mes.
Corría y corría y mis piernas se cansaban y se cansaban; juro que me hubiera desmayado, y caído exhausto, sino hubiera sido por el camión de los helados que me encontré completamente cargado de nieves y paletas de todos colores.
Cuando creía que estaba a punto de llegar, me tope con un caracol quien llevaba milenios tratando de terminar ese misero día y triste murmuró que mas me hubiera valido recorrer por el lado contrario pues me faltaba cruzar un lodoso pantano.
Armado de valor y de un vasito lleno de helado de pistache, me aventé de narices en las oscuras aguas donde sobrevolaban incontables regimientos de seres alados, que terminaron con mi frágil paciencia con su insoportable zumbido.
Con los oídos tapados empecé a desandar mis pasos y no se a dónde hubiera llegado si no te hubiera encontrado con tu risa burlona por mis pantalones manchados y tus preguntas curiosas sobre si estaba ordenado mi cuarto o mis juguetes tirados.
De uno de tus bolsillos sacaste un pequeño globo que fue creciendo al contacto con tus labios y tras pasar por tus hábiles manos se convirtió en una pequeña rana, en un cebra, y una jirafa, para terminar con la forma de un majestuoso elefante.
Empecé a trepar jalándolo de la cola, un poco molesto me empujo con su trompa, hasta que lentamente alcanze su enorme cabeza, donde me arrulló el calido viento que se respira mas allá de las negras nubes de las horribles tormentas.
Misteriosamente desperté en el lugar de siempre, me levanté con cuidado, y rápidamente descolgué el calendario y antes de que respirara lo escondí debajo de un viejo diccionario, decidido a abandonar los demás días a su suerte.
Justo al empezar la semana pasada, me tope con tremendo día, que por mas que intentaba, no lograba esconder su inmensa barriga, mientras se acurrucaba detrás de un lunes algo desmejorado que comía chocolates para darse animo.
Basado en experiencias pasadas en que caí en un sucio charco al tratar de saltar un día mas ancho que alto, decidí correr para darle la vuelta, tarea bastante inutíl al contarles que alrededor de su eje no pude evitar que pasara poco mas de un mes.
Corría y corría y mis piernas se cansaban y se cansaban; juro que me hubiera desmayado, y caído exhausto, sino hubiera sido por el camión de los helados que me encontré completamente cargado de nieves y paletas de todos colores.
Cuando creía que estaba a punto de llegar, me tope con un caracol quien llevaba milenios tratando de terminar ese misero día y triste murmuró que mas me hubiera valido recorrer por el lado contrario pues me faltaba cruzar un lodoso pantano.
Armado de valor y de un vasito lleno de helado de pistache, me aventé de narices en las oscuras aguas donde sobrevolaban incontables regimientos de seres alados, que terminaron con mi frágil paciencia con su insoportable zumbido.
Con los oídos tapados empecé a desandar mis pasos y no se a dónde hubiera llegado si no te hubiera encontrado con tu risa burlona por mis pantalones manchados y tus preguntas curiosas sobre si estaba ordenado mi cuarto o mis juguetes tirados.
De uno de tus bolsillos sacaste un pequeño globo que fue creciendo al contacto con tus labios y tras pasar por tus hábiles manos se convirtió en una pequeña rana, en un cebra, y una jirafa, para terminar con la forma de un majestuoso elefante.
Empecé a trepar jalándolo de la cola, un poco molesto me empujo con su trompa, hasta que lentamente alcanze su enorme cabeza, donde me arrulló el calido viento que se respira mas allá de las negras nubes de las horribles tormentas.
Misteriosamente desperté en el lugar de siempre, me levanté con cuidado, y rápidamente descolgué el calendario y antes de que respirara lo escondí debajo de un viejo diccionario, decidido a abandonar los demás días a su suerte.
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