Existen días gordos y pesados, que nacen un poco cansados, que se niegan a terminar aunque el reloj con su interminable paso se obstine en tratar de apresurarlos, o el orgulloso calendario grite alzando su voz -¡Pase de una vez señor!-
Justo al empezar la semana pasada, me tope con tremendo día, que por mas que intentaba, no lograba esconder su inmensa barriga, mientras se acurrucaba detrás de un lunes algo desmejorado que comía chocolates para darse animo.
Basado en experiencias pasadas en que caí en un sucio charco al tratar de saltar un día mas ancho que alto, decidí correr para darle la vuelta, tarea bastante inutíl al contarles que alrededor de su eje no pude evitar que pasara poco mas de un mes.
Corría y corría y mis piernas se cansaban y se cansaban; juro que me hubiera desmayado, y caído exhausto, sino hubiera sido por el camión de los helados que me encontré completamente cargado de nieves y paletas de todos colores.
Cuando creía que estaba a punto de llegar, me tope con un caracol quien llevaba milenios tratando de terminar ese misero día y triste murmuró que mas me hubiera valido recorrer por el lado contrario pues me faltaba cruzar un lodoso pantano.
Armado de valor y de un vasito lleno de helado de pistache, me aventé de narices en las oscuras aguas donde sobrevolaban incontables regimientos de seres alados, que terminaron con mi frágil paciencia con su insoportable zumbido.
Con los oídos tapados empecé a desandar mis pasos y no se a dónde hubiera llegado si no te hubiera encontrado con tu risa burlona por mis pantalones manchados y tus preguntas curiosas sobre si estaba ordenado mi cuarto o mis juguetes tirados.
De uno de tus bolsillos sacaste un pequeño globo que fue creciendo al contacto con tus labios y tras pasar por tus hábiles manos se convirtió en una pequeña rana, en un cebra, y una jirafa, para terminar con la forma de un majestuoso elefante.
Empecé a trepar jalándolo de la cola, un poco molesto me empujo con su trompa, hasta que lentamente alcanze su enorme cabeza, donde me arrulló el calido viento que se respira mas allá de las negras nubes de las horribles tormentas.
Misteriosamente desperté en el lugar de siempre, me levanté con cuidado, y rápidamente descolgué el calendario y antes de que respirara lo escondí debajo de un viejo diccionario, decidido a abandonar los demás días a su suerte.
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