Nota del autor: Me confieso antropocentrista, esto es un primer borrador y reconozco que se me han olvidado muchos detalles tanto físicos como biológicos, que sabrán no me son muy reelevantes. Le pido un poco disculpas a Dios, pero él ya sabe que seguido le hecho la culpa, tal vez por eso nos llevamos tan bien. En mi vocabulario hombre significa ser humano y lamento un poco que se haya hecho la confusa y común división en español, entre hombre y mujer, sin inventar una palabra más adecuada para los seres humanos de género másculino.
Debo advertirles que está obra resulta en cierto sentido una recreación de Dios más que la historia de la creación del hombre, y reconozco que me es más fácil creer en un Dios distraído y un poco torpe por que me resulta más familiar y amigable, así como que creo que Dios tiene una parte hecha a la medida de cada quién y no puedo hacer más que tratar de compartírselas.
Era el sexto día, Dios había amanecido un tanto inquieto, pues en sueños había visto lo que había de crear ese día y ya eran las 7 de la mañana y todavia no estaba seguro de cómo iba a comenzar, se sentó a jugar con un perro que pasaba por ahí y cerca de las 8 y media se levantó en silencio, aventó un hueso lo más lejos que se le ocurrió en ese momento.
Con la cara muy seria se puso un mandil enorme con unos diseños que no podemos imaginar, pero igual un mandil. Camino hacia la orilla de un riachuelo, se sentó, tomó aire, se rascó la cabeza y metió las manos en el lodo, un sentimiento entre frio caliente recorrió sus brazos.
Sus manos empezaron a trabajar con toda calma, empezó con figuras que le eran familiares de los días anteriores, y una vez que tuvo un pequeño jardincito con insectos y todo, caminó hacia una parte donde el lodo tenía un color un poquito diferente, se quitó el mandil que le estorbaba un poco y lo aventó por ahi.
Había decidido crear algo a su imagen y semejanza por eso estaba algo preocupado, pues nadie sabe mejor que él lo horrible que es recrearse a sí mismo, aunque sólo sea de juego un viernes por la mañana.
Cuando tomó el barro era ya casi medio día y la verdad se sintió tentado a ir a comer algo, pero una vez empezado el trabajo es mejor terminarlo para poder disfrutar la comida, creó primero una figura alargada y le puso unas extensiones para que pudiera moverse, caminar, bailar, correr o jugar fútbol. Tardó un poquito pero logró darle unas bonitas rodillas y pasó un rato doblándolas para adelante y para atrás hasta que se convenció de que funcionaban bien.
Después pensó en la comezón, no podía crear un ser que no pudiera rascarse, así que casi por aparte creó las manos y las pegó al cuerpo mediante los brazos, a los cuales les dió toda la movilidad posible para que pudieramos alcanzarnos casi cualquier parte, una vez hecho esto, tomó la figurilla y se rascó la cabeza con ella para ver si le gustaba, entonces decidió ponerle uñas para que se sintiera mejor.
Aunque tengo que contar que mucho más tarde me confesó que dejó la espalda fuera de alcance para que entre otras cosas necesitáramos ayuda para enjabonarnos o rascarnos, lo malo es que la mayor parte de las veces se queda algo sucia y abandonada (ni el buen Dios podía pensar en todo)
Para que no se vieran tan diferentes los brazos y las piernas, Dios inventó los pies para que rascaramos la tierra cada vez que nos diera por movernos, ya que a la pobre la había dejado indefensa en este aspecto y tenía que confiar en el viento, la lluvia, y algunos animalitos que amablemente desempeñaban esta función.
Decidió darle forma al cuerpo por que se le hizo que se veía sin chiste, así poco a poco moldeo los músculos de las piernas, y de los brazos, con el torso se tardó un poco más, pues no era tan obvio que forma debía tener, moldeó el pecho con todo cuidado, llenándolo de diferentes músculos huesos y órganos.
El torso, que es mas bien una cajita, estaba pensado para guardar un solo órgano que regulara todo, pero no le gustó por que había quedado muy cuadrado y hacía un ruidito chistoso al funcionar, asi que lo dividió con gran detalle, probablemente más del que te puedo explicar, lo primero que puso fue el estómago y los intestinos para que la figura pudiera alimentarse, y se aseguró de que fuera lo bastante flexible porque la verdad le gustan mucho los gorditos.
Después puso los pulmones y pensó que era bueno que funcionaran con cierto ritmo inflándose y desinflándose, los creó de tal forma que fueran como unos arbolitos dentro de una bolsa para que nunca se nos olvidara de donde viene el oxigeno y que debíamos cuidar a los pobres árboles.
El hígado supongo que fue algo más complicado por que de hecho cuando lo estaba confeccionando se pinchó con una de sus herramientas y sin querer lo apretó un poquito de más, por lo que de vez en cuando genera un liquido amarillo, de una partecita que la verdad quedó medio defectuosa.
Hecho esto quedó satisfecho y decidió cerrar el cuerpo, lo dejó apoyado tantito junto a un árbol en lo que iba a buscar una herramienta más fina para delinear algunos detallitos que se le habían ocurrido de repente, la figura se resbaló y estuvo a punto de desbaratarse pero la detuvo una rama y algo del barro de la espalda se amontonó en la parte baja, así que decidió formar dos partes redonditas solo para que se viera mas bonito.
El cuerpo del hombre ya casi estaba formado del todo y al tener que tomarlo de algún lado para seguir trabajando le dió forma, casi sin querer a los hombros y al cuello, y definitivamente le gustó como había quedado la forma redondeada que más tarde iba a llevar el nombre de cabeza y se alegró pues con eso era muy parecido a él pero no igual.
Ahora se enfentaba a un gran dilema, la cara no era una cuestión fácil, ya estaba algo cansado y hambriento así que se tomó un descanso antes del atardecer y se sentó a disfrutar la más maravillosa combinanción de frutas, verduras y raíces que te puedas imaginar, terminó con un té bien calientito de unas hojas que todavía no han sido vistas por ningún hombre.
Tomó un palito afilado que venía de alguna flor, la piedra mas chistosa que pudo encontrar y sin querer se puso a pensar en los números y se dio cuenta de que el 3 era el número que más le gustaba en ese entonces, así que le hizo tres hoyitos en lo que se iba a convertir mas tarde en el rostro y con la piedra empezó a delinear el perfil.
Había pensado ponerle tres lindos ojos a la figurilla, pero antes de terminar de detallar el tercero, se dio cuenta de que hacer bizco resultaba demasiado excesivo, por lo que en vez de rellenar el tercer hueco le dio forma a los contornos y los hizo sonreir. Rompió una gran concha que estaba ahí cerca y le adornó la sonrisa para que se viera mejor.
Después de mirar un rato su obra fue delineando las diferentes faciones y le gusto tanto que ahora se ha aficionado a hacer una trabajo único y particular con cada una de las figurillas que pasan por sus manos.
Sonriendo y como de broma nos puso torpemente la nariz, aunque hay que resaltar que hizo esto a propósito con el objetivo de hacer mas interesantes los besos, pues la verdad es que con dos pequeños hoyitos bastaba. Así tambíen fue como se le ocurrió la lengua y la instaló con todo cuidado adentró de la boca.
Las orejas fueron definitivamente algo más complicado, primero había pensado en ponernos un tipo de cuerno que funcionara como antena, pero no estaba muy seguro de en que parte de la cabeza ponerlo, y se dió cuenta que era mejor dejar descubierta la cabeza al cielo y aprovechar los costados. De la forma de las orejas solo puedo decir que fue lo mejor que pudo hacer para evitar y provocar ciertas interferencias.
Después notó que le hacía falta algo de portección contra el frio, como a otros de sus animalitos, asi que le puso pelo por aquí y por alla, sin tener mucho cuidado por que sabía muy bien dentro de él que no iba a pasar mucho tiempo antes de que se nos ocurriera usar ropa lo cual lo maravilla y le hace gracia.
Vió que el dos era un número bueno para su hombrecillo, pues tenía dos ojos, orejas, brazos, piernas, etc, así que por su cuenta hizo una partición natural, masculino y femenino, sin hacer primero a ninguno, ni quitarle un pedazo a nadie, como las malas lenguas nos han hecho creer durante ya tantos siglos, pero desgraciadamente yo sí debo respetar cierto orden pues dos manos sólo me bastan para escribir un parrafo a la vez, así que empezaré con el género femenino, como se acostumbra en nuestra cultura.
De la figurilla, que debo recordarles era una sola, aparecieron dos iguales y empezó por darle un contorno más delicado y suave, sin que perdiera su forma original, pero al hacer el cuerpo más suave tuvo que redistribuir algo de peso para que no se desestabilizara al bailar y saltar, formando así los senos y las caderas. Le destacó algunos rasgos, pero esos los dejo a su experiencia e imaginación personal.
Al hacer a la contraparte masculina un poco más maciza, se dió cuenta de que así como estaba no tendría problemas de estabilidad: le hizo correr un poco, treparse a un burrito que pasó por ahí y cargar una que otra piedra, después de esto le detalló tambíen ciertos rasgos característicos y se sintió contento de que fueran iguales y tan diferentes.
La unión física es tan importante como la espiritual, por lo que después de pensar mucho como serían las mejores formas de abrazarse reacomodó las costillas de unos y otros, alargó un poco más los brazos, moldeó un poco las cinturas, y para terminar puso las últimas piezas del rompecabezas, que tan seguido nos hacen perder la cabeza, así aseguraba una larga descendencia.
La parte física básica estaba completa, así que para dotarlos de razón tomó un poco de barro gris, lo separó y moldeó dos cerebros uno para cada quién (disculpenme, pero no podría asegurar este detalle pues la vez que platicamos Dios no quiso tocar el tema, así que sólo supongo) y los puso con todo cuidado, aunque quedó un poco diferente la cabeza, por lo que decidió tapar algunos errorcillos con el cabello.
Dios estaba muy contento y bastante cansado, ya era noche cerrada, asi que volteó al cielo y la luna le dió no sé que nostalgia, así que decidió compensar la suavidad femenina con un nuevo músculo fuerte y resistente, que delineó con cuidado y gran dedicación, que se iba a encargar de alimentar a todo el cuerpo, el corazón masculino lo hizo más rapidamente resultando más débil y un poco tosco.
Se dió cuenta de que había cerrado al cuerpo sin dejar forma de introducir estos nuevos orgános y despues de pensar un rato, el porqué no debían ir en la cabeza tan cerca del cerebro, se decidió a hacerles a las dos figuritas un hoyito a media panza y los introdujo con todo cuidado pero nunca pudo explicarse como fue que quedaron donde quedaron supuso que estaban bien a medio camino entre el cerebro y los órganos sexuales y tapó el hoyito para que no se fuera a salir nada.
Ya era casi media noche cuando paso un bichito juguetendo cerca de su nariz y le hizo estornudar, el aliento le dió vida a la figurilla que tenía entre sus manos, y no pudo más que sonreir cuando la vió acurrucarse de frio y reir de contento cuando le pasó la mano por la espalda y lo puso en un lugar calientito junto a un gran árbol de papayas (en ese entonces todavía quedaban un montón)
Aunque de vez en cuando reprende a ese bichito juguetón, porque estaba algo distraído cuando pasó y su travesura le impidió ponerle al hombre una bonita cola, para tratar de remediar el problema que les presente antes que nos obliga a rascarnos contra la pared o algún arbol, en fin sólo basta decir que estoy muy agradecido con el mosquito por las dificultades ocasionadas.
Hay que reconocer que esto no tiene nada que ver contigo, ni conmigo, pues de esto ha pasado ya tanto tiempo que la vida misma ha creado todo tipo de variaciones y combinaciones, y sobretodo hay que tener en cuenta de que el buen Dios después de observar la última creación de sus manos, nos dió el libre albedrío en un momento de debilidad, cosa que lo entristece a veces, pero lo ha hecho más comprensivo.
Nueva nota aclaratoria: Sobre la razón y el corazón no sé gran cosa, así que les pido clemencia en estas partes de la narración pues es el verdadero sentido de escribir sobre el hombre, pero no hay prisa y espero no me falte el tiempo para aprender. Les agradezco sus comentarios, críticas y aclaraciones, y tengo que advertirles que serán temas recurrentes en mis conversaciones y escritos posteriores, así como lo han sido hasta ahora.
Monday, February 20, 2006
Thursday, August 25, 2005
Resulta lo que resulta
Trató en vano de Distraer su mente, para aliviar el malestar de su corazón. Pero igual no lo logró. Vaya idea más absurda: sería como tratar de arreglar el motor, pateando las llantas o la carrocería, aunque debo confesar que unas pocas veces funciona.
Por fin logró levantarse, o al menos eso pensó su madre, quien juraba que llevaba dos meses o dos años ahí tumbado, ya que caminaba con el cuerpo prácticamente tumbado sobre la cama. Eso de tener hambre de verdad que puede terminar en milagros.
Se acordó de alguna tonta canción popular. Y de hecho, su corazón no estaba muerto, sólo había estado de parranda y ¡que parranda! Ni siquiera tiene uno chance de despertar y ya tiene revuelta la panza y la cabeza llena de pulgas que no paran de saltar.
Así definitivamente no se puede vivir, pero esto a la vida no le importa y si; ella que es tan descuidada todo se le resbala. Aunque al pobre viejo detrás del espejo le de por llorar pues peor para él, nada mas no vayas a dejar que se salga, ¡no vaya a ser!
No hay tampoco que olvidar que el mundo no es más que una gran pelota, donde todo rebota y regresa, talvez un poco maltratado. Pero no importa solo se debe que al pequeño Dios se le fue la mano, y puso un suelo bastante duro debajo del pasto.
Regresa y hay que lidiar con todo de nuevo, aunque no te hagas por que lo haces de buena gana, sabes que para él todo tiende al drama y no te cuento nada sobre mi, porque no tienes por que escuchar mas mentiras. Así que grita de una buena vez y calla.
Duermo, no porque no pueda soñar despierto, sino por que es la mejor manera de no caer de la cama. Y regreso a lo mismo por que no aprendo, sólo se vivir a lo charro, o después de todo, resulta lo que resulta, pero lo bueno es que me río y tú conmigo.
Por fin logró levantarse, o al menos eso pensó su madre, quien juraba que llevaba dos meses o dos años ahí tumbado, ya que caminaba con el cuerpo prácticamente tumbado sobre la cama. Eso de tener hambre de verdad que puede terminar en milagros.
Se acordó de alguna tonta canción popular. Y de hecho, su corazón no estaba muerto, sólo había estado de parranda y ¡que parranda! Ni siquiera tiene uno chance de despertar y ya tiene revuelta la panza y la cabeza llena de pulgas que no paran de saltar.
Así definitivamente no se puede vivir, pero esto a la vida no le importa y si; ella que es tan descuidada todo se le resbala. Aunque al pobre viejo detrás del espejo le de por llorar pues peor para él, nada mas no vayas a dejar que se salga, ¡no vaya a ser!
No hay tampoco que olvidar que el mundo no es más que una gran pelota, donde todo rebota y regresa, talvez un poco maltratado. Pero no importa solo se debe que al pequeño Dios se le fue la mano, y puso un suelo bastante duro debajo del pasto.
Regresa y hay que lidiar con todo de nuevo, aunque no te hagas por que lo haces de buena gana, sabes que para él todo tiende al drama y no te cuento nada sobre mi, porque no tienes por que escuchar mas mentiras. Así que grita de una buena vez y calla.
Duermo, no porque no pueda soñar despierto, sino por que es la mejor manera de no caer de la cama. Y regreso a lo mismo por que no aprendo, sólo se vivir a lo charro, o después de todo, resulta lo que resulta, pero lo bueno es que me río y tú conmigo.
Friday, March 18, 2005
carta...
es cierto; hay días negros, grises, así como hay de muchos colores; pero ¿quien se encarga aventar los colores? Será el famoso Destino, algún mago aburrido o ese niño risueño y travieso, quien no puede ser otro más que Dios.
no necesito confesarte que yo repinto mis días. Cuando no tengo muchas fuerzas los pinto de negro, de café, de colores opacos, por que sabes que hay días en que mi pobre corazón se deja vencer cargado de fastidio, de indiferencia.
guardo silencio, me quedo sentado sin esperar, y esta calma me mantiene alejado de tantos cuentos, de simples anécdotas o lindos poemas, que a veces encuentro jugueteando, saltando o paseando por mi cabeza de tan graciosa manera.
reconozco que existen palabras, breves sonrisas, sencillas miradas, así como un poco de magia, que despiertan mi alma, y me avientan a la vida, hacia ese mundo donde no se hacen preguntas, por que es más fácil imaginar las respuestas.
“La luna sonríe y el buen sol nos quema un poco la piel”
todas la mañanas antes de escoger un color, te agradezco las fórmulas mágicas que dejan tus labios capaces de darle movimiento a todos los seres y a todos los astros, de donde me robo colores para inventar otros que intentan ser nuevos.
las tardes pasan rápido en interminable carrera, aunque he de decirte que desde la ultima vez que volteaste, se han hecho un poco mas lentas, y de vez en cuando pierden el paso como si distraídas se hubieran detenido a ver una nueva estrella.
en las noches tranquilas mi alma descansa, volando con los ojos bien abiertos por tantos mundos nuevos que se confunden y mezclan con la gran variedad de realidades que abarcan los sueños, que recorremos con los ojos cerrados.
sabes también que no sólo divido los días en tres, pues me has acompañado en algunas de las noches más soleadas, o te has reído con la luna y conmigo en esas horas del día en que yo digo que no es de día ni de noche, aunque no tenga razón.
“No se gastan los colores mientras haya ideas por colorear”
te recuerdo seguido y seguido me sirves de guía, con esa lucecilla clara y curiosa que alumbra los caminos que voy inventando con cada paso, con cada salto o mejor aún cuando doy vueltas o me caigo por caminar de cabeza.
te confieso que mi memoria te recuerda con libre albedrío, aunque sabes muy bien que no dejas de ser tu, no te preocupes, solo se debe a que no puedo verte completa y tengo que dibujar algunas cosas menores, sin importancia.
regreso constantemente hacia mi para ver quien soy, para ver que hay, tal vez algún animalito nuevo, una mentirilla inocente, un cuento o por si ha regresado el niño despeinado con las manos sucias y los bolsillos llenos.
sin estas palabras soy poco mas que nada, por eso te escribo para compartir esos paisajes, y para que de vez en cuando me tomes de la mano y me acompañes a volar por los aires regalándome colores que no puedo imaginar.
no necesito confesarte que yo repinto mis días. Cuando no tengo muchas fuerzas los pinto de negro, de café, de colores opacos, por que sabes que hay días en que mi pobre corazón se deja vencer cargado de fastidio, de indiferencia.
guardo silencio, me quedo sentado sin esperar, y esta calma me mantiene alejado de tantos cuentos, de simples anécdotas o lindos poemas, que a veces encuentro jugueteando, saltando o paseando por mi cabeza de tan graciosa manera.
reconozco que existen palabras, breves sonrisas, sencillas miradas, así como un poco de magia, que despiertan mi alma, y me avientan a la vida, hacia ese mundo donde no se hacen preguntas, por que es más fácil imaginar las respuestas.
“La luna sonríe y el buen sol nos quema un poco la piel”
todas la mañanas antes de escoger un color, te agradezco las fórmulas mágicas que dejan tus labios capaces de darle movimiento a todos los seres y a todos los astros, de donde me robo colores para inventar otros que intentan ser nuevos.
las tardes pasan rápido en interminable carrera, aunque he de decirte que desde la ultima vez que volteaste, se han hecho un poco mas lentas, y de vez en cuando pierden el paso como si distraídas se hubieran detenido a ver una nueva estrella.
en las noches tranquilas mi alma descansa, volando con los ojos bien abiertos por tantos mundos nuevos que se confunden y mezclan con la gran variedad de realidades que abarcan los sueños, que recorremos con los ojos cerrados.
sabes también que no sólo divido los días en tres, pues me has acompañado en algunas de las noches más soleadas, o te has reído con la luna y conmigo en esas horas del día en que yo digo que no es de día ni de noche, aunque no tenga razón.
“No se gastan los colores mientras haya ideas por colorear”
te recuerdo seguido y seguido me sirves de guía, con esa lucecilla clara y curiosa que alumbra los caminos que voy inventando con cada paso, con cada salto o mejor aún cuando doy vueltas o me caigo por caminar de cabeza.
te confieso que mi memoria te recuerda con libre albedrío, aunque sabes muy bien que no dejas de ser tu, no te preocupes, solo se debe a que no puedo verte completa y tengo que dibujar algunas cosas menores, sin importancia.
regreso constantemente hacia mi para ver quien soy, para ver que hay, tal vez algún animalito nuevo, una mentirilla inocente, un cuento o por si ha regresado el niño despeinado con las manos sucias y los bolsillos llenos.
sin estas palabras soy poco mas que nada, por eso te escribo para compartir esos paisajes, y para que de vez en cuando me tomes de la mano y me acompañes a volar por los aires regalándome colores que no puedo imaginar.
Friday, March 11, 2005
Vieja Tortuga
En medio del bosque rodeada de árboles, grandes y sabios se encuentra un pequeña cabaña de madera algo destartalada y un poco húmeda, sin embargo ya tiene varios años que de su pequeña chimenea no deja de salir un agradable humo, que la mantiene caliente y se podría decir que viva, ahí habita una tortuga por quien no pasa el tiempo, sólo que ya no me acuerdo cuando dejó el mar. Siempre se levanta temprano, y aun cuando ya se le nota el cansancio, va a cortar la leña, recoge agua y otras actividades indispensables para su vida diaria, después pone el desayuno, sirviendo dos platos, igual que en la comida e incluso en la noche sirve dos tasas de café, sin que nadie la haya acompañado en ya demasiado tiempo, sin embargo las flores me cuentan que desde siempre ha esperado a alguien y una de ellas se atrevió a decir que ese podría ser yo, aunque yo no lo creo; después de varios años por fin salgo sin buscar nada, ni a nadie, yo no diría por cansancio, sino que con un dejo de tranquilidad y calma.
Llevo años andando, he recorrido muchos lugares, he visto muchas cosas, y supongo que he tomado mucho, tal vez hasta un poquito de mas, aunque también, puedo decir con una sonrisa y con una lagrima que he ido dejando parte de mi en todos los lugares que he recorrido y por fin la calma me ha traído hasta aquí donde me puedo comunicar con los animales, las plantas, y con las piedras, supongo que la vida me ha abierto los ojos, los oídos, todos los sentidos.
De mi plática con las flores me distrajo el viento que me hizo voltear hacia la cabaña, al tiempo que exclamaba silenciosamente, “Ve que te esperan, ya te has retrasado mucho”. Camine por una pequeña vereda y cuando iba a tocar a la puerta, esta se abrió con un alegre saludo, dejándome entrar, una silla me pidió que me sentara y una tasa me ofreció el café que llevaba encima, y un viejo que reloj que ya no funcionaba, me dijo ten calma, aquí no pasa el tiempo, (anda paseando por ahí, es un poco juguetón, tu sabes que a veces se para y otras va demasiado a prisa, todavía tiene mucho que aprender, así como tu que puedes jugar con él cada vez que quieras).
En eso entro la tortuga y me dijo que tenía cosas que enseñarme y como todo en la vida, hay cosas que parecen incomprensibles, pero con un poco de calma son fáciles de aprender. Comprendí que la calma esta más allá del tiempo, es poco de eternidad. La primera lección empieza con una pregunta ¿Cómo veniste a dar aquí? caminando respondí sin pensar, y me dijo tranquilamente "ya tendrás tiempo de pensarlo mejor".
Me hundí en mis pensamientos, y cuando me di cuenta ya era de noche, lo cual me pareció raro, por que ahí no pasaba el tiempo y le pregunte a mi anfitriona que era lo que pasaba y dijo, "no se, ha de ser por que no has superado tus costumbres", la verdad es que no entendí que era lo que trataba de decir pero no pregunte mas y salí de la cabaña, a ver la luna que tanto me gusta y para mi sorpresa una resplandeciente luna llena brillaba sobre mi cabeza, mejor que si la estuviera soñando, y en eso me acorde de tí y de las noches que pasamos caminando, y de todas las cosas que descubrimos juntos, pero sobre todo de la tarde que te tuviste que ir ... y de pronto estabas ahí ; tal cual te recordaba de la estación, llevabas tu vestido blanco, con ese sombrero que desentonaba con todo que yo te había regalado. Esta vez te pedí que te quedaras, y me abrazaste mientras atónito miraba el tren marcharse, llevándose todas tus maletas… sin saber como estábamos los dos de la mano sentados frente a la vieja cabaña de la vieja tortuga.
Nos llamo a desayunar, después de un maravilloso amanecer, te regalo una alegre sonrisa, y nos dejo jugar por el bosque toda la mañana, con un solecito que nos acompaño en un día hermoso, y un cielo tan azul que nunca mostró su blanco velo, después de comer, te pidió que salieras un rato y me dijo seriamente que tendrías que irte que ese no era tu lugar, ni tu momento, irritado deje caer mi puño sobre la mesa, quien soltó un triste quejido, mas por mi corazón roto que por el golpe; en eso se soltaba una dura tormenta, y sentado en la mecedora te ví desaparecer y esta vez ni siquiera pude decir adiós.
Después de un rato le pregunté si es que acaso volveré a verte, le pregunté por el futuro, por que me ocurría a mi todo eso, por que solo podía ser por un rato y me dijo que calma que todavía no entendía nada, y me dijo que no tenía sentido que me dijera el futuro; por que tenía suficiente fuerza para cambiarlo para crear mi propio destino; que todo, absolutamente todo estaba en mis manos y dijo que bastaba con que me volteara la vista hacia mi, con conocerme tal como soy, para poder cambiarlo todo. Me levanté del sillón, ví hacía fuera y estaba de nuevo la luna con su alegre sonrisa y me reto a cambiarla, a esconderla; desee ver el sol y de pronto su brillo me cerró los ojos, les pedí a las nubes que cubrieran el cielo y su manto se tendió sobre mi cabeza, les pedía las piedras que se convirtieran en flores y a las flores en piedras y cambiaron su forma.
De pronto me encontré en una cuidad cualquiera con coches, con gente, con tiendas, y escuché que un gato me decía: “tu tienes el poder para cambiarlo todo, pero recuerda que nada está ahí al azar todo tiene un sentido”. Ví el mundo de otra manera y empecé a aceptarlo todo, las flores, los campos, las casas, las lagrimas, incluso la pobreza, aunque reconozco que de vez en cuando le pido a alguna piedra que cambie en alguna moneda para depositarla en un vasito medio vacío, y espero con ansia volver a encontrarte, solo hace falta el momento preciso en que tu quieras regresar.
Llevo años andando, he recorrido muchos lugares, he visto muchas cosas, y supongo que he tomado mucho, tal vez hasta un poquito de mas, aunque también, puedo decir con una sonrisa y con una lagrima que he ido dejando parte de mi en todos los lugares que he recorrido y por fin la calma me ha traído hasta aquí donde me puedo comunicar con los animales, las plantas, y con las piedras, supongo que la vida me ha abierto los ojos, los oídos, todos los sentidos.
De mi plática con las flores me distrajo el viento que me hizo voltear hacia la cabaña, al tiempo que exclamaba silenciosamente, “Ve que te esperan, ya te has retrasado mucho”. Camine por una pequeña vereda y cuando iba a tocar a la puerta, esta se abrió con un alegre saludo, dejándome entrar, una silla me pidió que me sentara y una tasa me ofreció el café que llevaba encima, y un viejo que reloj que ya no funcionaba, me dijo ten calma, aquí no pasa el tiempo, (anda paseando por ahí, es un poco juguetón, tu sabes que a veces se para y otras va demasiado a prisa, todavía tiene mucho que aprender, así como tu que puedes jugar con él cada vez que quieras).
En eso entro la tortuga y me dijo que tenía cosas que enseñarme y como todo en la vida, hay cosas que parecen incomprensibles, pero con un poco de calma son fáciles de aprender. Comprendí que la calma esta más allá del tiempo, es poco de eternidad. La primera lección empieza con una pregunta ¿Cómo veniste a dar aquí? caminando respondí sin pensar, y me dijo tranquilamente "ya tendrás tiempo de pensarlo mejor".
Me hundí en mis pensamientos, y cuando me di cuenta ya era de noche, lo cual me pareció raro, por que ahí no pasaba el tiempo y le pregunte a mi anfitriona que era lo que pasaba y dijo, "no se, ha de ser por que no has superado tus costumbres", la verdad es que no entendí que era lo que trataba de decir pero no pregunte mas y salí de la cabaña, a ver la luna que tanto me gusta y para mi sorpresa una resplandeciente luna llena brillaba sobre mi cabeza, mejor que si la estuviera soñando, y en eso me acorde de tí y de las noches que pasamos caminando, y de todas las cosas que descubrimos juntos, pero sobre todo de la tarde que te tuviste que ir ... y de pronto estabas ahí ; tal cual te recordaba de la estación, llevabas tu vestido blanco, con ese sombrero que desentonaba con todo que yo te había regalado. Esta vez te pedí que te quedaras, y me abrazaste mientras atónito miraba el tren marcharse, llevándose todas tus maletas… sin saber como estábamos los dos de la mano sentados frente a la vieja cabaña de la vieja tortuga.
Nos llamo a desayunar, después de un maravilloso amanecer, te regalo una alegre sonrisa, y nos dejo jugar por el bosque toda la mañana, con un solecito que nos acompaño en un día hermoso, y un cielo tan azul que nunca mostró su blanco velo, después de comer, te pidió que salieras un rato y me dijo seriamente que tendrías que irte que ese no era tu lugar, ni tu momento, irritado deje caer mi puño sobre la mesa, quien soltó un triste quejido, mas por mi corazón roto que por el golpe; en eso se soltaba una dura tormenta, y sentado en la mecedora te ví desaparecer y esta vez ni siquiera pude decir adiós.
Después de un rato le pregunté si es que acaso volveré a verte, le pregunté por el futuro, por que me ocurría a mi todo eso, por que solo podía ser por un rato y me dijo que calma que todavía no entendía nada, y me dijo que no tenía sentido que me dijera el futuro; por que tenía suficiente fuerza para cambiarlo para crear mi propio destino; que todo, absolutamente todo estaba en mis manos y dijo que bastaba con que me volteara la vista hacia mi, con conocerme tal como soy, para poder cambiarlo todo. Me levanté del sillón, ví hacía fuera y estaba de nuevo la luna con su alegre sonrisa y me reto a cambiarla, a esconderla; desee ver el sol y de pronto su brillo me cerró los ojos, les pedí a las nubes que cubrieran el cielo y su manto se tendió sobre mi cabeza, les pedía las piedras que se convirtieran en flores y a las flores en piedras y cambiaron su forma.
De pronto me encontré en una cuidad cualquiera con coches, con gente, con tiendas, y escuché que un gato me decía: “tu tienes el poder para cambiarlo todo, pero recuerda que nada está ahí al azar todo tiene un sentido”. Ví el mundo de otra manera y empecé a aceptarlo todo, las flores, los campos, las casas, las lagrimas, incluso la pobreza, aunque reconozco que de vez en cuando le pido a alguna piedra que cambie en alguna moneda para depositarla en un vasito medio vacío, y espero con ansia volver a encontrarte, solo hace falta el momento preciso en que tu quieras regresar.
Tuesday, March 08, 2005
Un día cualquiera
Lentamente se encendía la vela, bañanado la mesa decolores, miraba su reflejo en el vino de una copa derramada y a mis espaldas se extendía una inmensa ensalada que parecía infinita, salvo por una hogaza de pan que imponente lo retenia, y no eramos mas que hormigas tratando de escuchar el silencio que representaba esa magica sinfonía
Juan, Jesus, José,... no importa, caminaba como ensueños sin tocar la calle, llevaba un ritmo tranquilo al igual que su pequeño tambor, tenía la cara marcada de "volveres a empezar" sin embargo me recordaba un poco al cielo, limpio, claro y con un dejo de eternidad de que sabes que siempre ha estado ahi. Debo reconocerque me maravillaba; a mi, el espejo solo me añadía mas cosas con el paso del tiempo, al principio, con un suave murmullo, pero ultimamente había veces que me costaba encontrarme en ese reflejo cada ves mas extraño
Al pasar me saludo con las mismas palabras que de tanto usarlas, mi memoria las había olvidado y sonaban todos los diás diferentes, y lo que mas le admiro es que nunca titubeaba, como tanta gente que pasa aburrida de ser lo mismo dejando las mismas nuevas tonterías por todos lados
Todos los días se perdía en el horizonte, aunque yo sabía muy bien que él no era como otros hombres de quienes huye el sol, a él todos los días lo abrazaba con gran cariño y hasta me gusta decir que con nostalgia
A su regreso me atreví a romper el ciclo que me encantaba, en el cual entraba y me pedía un vaso de horchata de coco, que yo preparaba todos los días antes de su llegada, desde hace tanto que creo que fue siempre asi, gota a gota pasaba por su garganta y me pagaba con la misma moneda y nunca entendí por que era lo único que jamás cambiaba de precio
Le pregunte ¿A que hora empieza el día? sin que dijera nada leí en su mirada 'acompañame' y lo seguí dejando todo atrás, sin pensar en nada
Sin embargo no puede decirles que paso con él pues no recuerdo haberlo visto ni antes ni después, y la verdad es que no entendía nada hasta que un viejo tendero que cada día tenía nuevas arrugas me pregunto ¿aque hora empieza el día? y todas las palabras brotaron de mi boca sin decir nada
Al irse apagando la vela los hermosos colores fueron tomando un tono grisaceo que no se nos hacía triste sino necesario y después todo quedo cubierto por un velo obscuro, y un alegre murmullo nos sopló en la cara
'La vela no se prende ni se apaga, solo cumple sufunción que es brillar'
Juan, Jesus, José,... no importa, caminaba como ensueños sin tocar la calle, llevaba un ritmo tranquilo al igual que su pequeño tambor, tenía la cara marcada de "volveres a empezar" sin embargo me recordaba un poco al cielo, limpio, claro y con un dejo de eternidad de que sabes que siempre ha estado ahi. Debo reconocerque me maravillaba; a mi, el espejo solo me añadía mas cosas con el paso del tiempo, al principio, con un suave murmullo, pero ultimamente había veces que me costaba encontrarme en ese reflejo cada ves mas extraño
Al pasar me saludo con las mismas palabras que de tanto usarlas, mi memoria las había olvidado y sonaban todos los diás diferentes, y lo que mas le admiro es que nunca titubeaba, como tanta gente que pasa aburrida de ser lo mismo dejando las mismas nuevas tonterías por todos lados
Todos los días se perdía en el horizonte, aunque yo sabía muy bien que él no era como otros hombres de quienes huye el sol, a él todos los días lo abrazaba con gran cariño y hasta me gusta decir que con nostalgia
A su regreso me atreví a romper el ciclo que me encantaba, en el cual entraba y me pedía un vaso de horchata de coco, que yo preparaba todos los días antes de su llegada, desde hace tanto que creo que fue siempre asi, gota a gota pasaba por su garganta y me pagaba con la misma moneda y nunca entendí por que era lo único que jamás cambiaba de precio
Le pregunte ¿A que hora empieza el día? sin que dijera nada leí en su mirada 'acompañame' y lo seguí dejando todo atrás, sin pensar en nada
Sin embargo no puede decirles que paso con él pues no recuerdo haberlo visto ni antes ni después, y la verdad es que no entendía nada hasta que un viejo tendero que cada día tenía nuevas arrugas me pregunto ¿aque hora empieza el día? y todas las palabras brotaron de mi boca sin decir nada
Al irse apagando la vela los hermosos colores fueron tomando un tono grisaceo que no se nos hacía triste sino necesario y después todo quedo cubierto por un velo obscuro, y un alegre murmullo nos sopló en la cara
'La vela no se prende ni se apaga, solo cumple sufunción que es brillar'
Thursday, March 03, 2005
Parque
Te encontré caminando no te veías como siempre pero no te dije nada, sólo sonreí como todas la veces que te veía, así nada mas por verte y me pareció que te acercaste, dejaste a un lado (al menos por un segundo) la enorme carga del trabajo, la escuela y Dios sabe que tantas cosas. Tu abrazo no fue tan efusivo como otras veces pero fue sincero y no pudiste evitar reírte cuando te conté que me había caído por ir leyendo mientras caminaba (sólo a mi se me ocurre) pero sabes que hay libros que no pueden esperar.
Tenía tiempo de no verte aunque siempre te he sentido cerca, extrañaba esa sonrisa tan especial que pones cuando hago muecas o me pongo a hacer marometas a media plaza, y esos ojos curiosos de las dos o tres veces que hago como que hablo en serio. Lo cierto es que estaba tan acostumbrado a encontrarte entre líneas, que no sabía que hacer quería abrazarte, besarte y contarte tantas cosas que solo acerté a darte la mano y me quede en silencio, tranquilo, dispuesto a escucharte (era lo que el corazón mandaba).
No dijiste nada y yo tampoco te pregunté. Lentamente busqué tus ojos y me los llevé hacia el cielo, un poco mas arriba de las grises nubes que cubrían el cielo; allá donde siempre es azul, aunque ese día pesabas un poco más y no tengo pena en reconocer que llegué algo cansado, pero era lo menos que podía hacer después de tantas veces que te has tenido que meter al lodo para echarme la mano o por lo menos para agradecerte por alguno de los caramelos que endulzan mis cuentos.
Recuerdo que querías que detuviera el tiempo aunque fuera por un segundo como si no supieras que en el paraíso no hay tiempo: por eso es eterno, aunque me entró miedo de que tal vez tú no estuvieras ahí y mis fuerzas no fueran las suficientes. Un suspiro trajo la ligereza que necesitaba para llevarte aún mas lejos y el blanco de tus dientes sirvió de pañuelo para enjuagar dos o tres lagrimas de mi corazón, aún cuando tenía los ojos bastante secos no como aquella vez que sentado a tu lado me veía partir.
Te veías algo cansada, así que casi sin que te dieras cuenta te cargué a mis espaldas y seguí avanzando con esa determinación que sabes que regularmente me falla, y me animaban las risas que a mis espaldas no podías evitar cada vez que jadeaba o cuando parecía que por fin se me doblaban las piernas. El sudor me llenaba la cara y me picaba los ojos; me ayudaste a limpiarlos pero olvidaste quitar tus manos, así que frente a la noche repentina me entraron ganas de correr, retando un poco al desastre.
Caídos en la hierba de regreso a la tierra, con las rodillas algo raspadas, entre tus cabellos algo revueltos me encontré que tenías otra cara. Algo mas fresca, aunque seguías algo preocupada, pude leer en las líneas de tu frente que tenías que irte, que hace rato que te esperaban, me dejaste boca arriba, tranquilo, maravillado al ver el cielo que acabábamos de recorrer, a media carrera volteaste como para ver si seguía ahí y me gritaste a la distancia:
“uno no puede evitar al pasar por los parques, detenerse para subirse a los columpios o para dar una vuelta en el carrusel”.
Tenía tiempo de no verte aunque siempre te he sentido cerca, extrañaba esa sonrisa tan especial que pones cuando hago muecas o me pongo a hacer marometas a media plaza, y esos ojos curiosos de las dos o tres veces que hago como que hablo en serio. Lo cierto es que estaba tan acostumbrado a encontrarte entre líneas, que no sabía que hacer quería abrazarte, besarte y contarte tantas cosas que solo acerté a darte la mano y me quede en silencio, tranquilo, dispuesto a escucharte (era lo que el corazón mandaba).
No dijiste nada y yo tampoco te pregunté. Lentamente busqué tus ojos y me los llevé hacia el cielo, un poco mas arriba de las grises nubes que cubrían el cielo; allá donde siempre es azul, aunque ese día pesabas un poco más y no tengo pena en reconocer que llegué algo cansado, pero era lo menos que podía hacer después de tantas veces que te has tenido que meter al lodo para echarme la mano o por lo menos para agradecerte por alguno de los caramelos que endulzan mis cuentos.
Recuerdo que querías que detuviera el tiempo aunque fuera por un segundo como si no supieras que en el paraíso no hay tiempo: por eso es eterno, aunque me entró miedo de que tal vez tú no estuvieras ahí y mis fuerzas no fueran las suficientes. Un suspiro trajo la ligereza que necesitaba para llevarte aún mas lejos y el blanco de tus dientes sirvió de pañuelo para enjuagar dos o tres lagrimas de mi corazón, aún cuando tenía los ojos bastante secos no como aquella vez que sentado a tu lado me veía partir.
Te veías algo cansada, así que casi sin que te dieras cuenta te cargué a mis espaldas y seguí avanzando con esa determinación que sabes que regularmente me falla, y me animaban las risas que a mis espaldas no podías evitar cada vez que jadeaba o cuando parecía que por fin se me doblaban las piernas. El sudor me llenaba la cara y me picaba los ojos; me ayudaste a limpiarlos pero olvidaste quitar tus manos, así que frente a la noche repentina me entraron ganas de correr, retando un poco al desastre.
Caídos en la hierba de regreso a la tierra, con las rodillas algo raspadas, entre tus cabellos algo revueltos me encontré que tenías otra cara. Algo mas fresca, aunque seguías algo preocupada, pude leer en las líneas de tu frente que tenías que irte, que hace rato que te esperaban, me dejaste boca arriba, tranquilo, maravillado al ver el cielo que acabábamos de recorrer, a media carrera volteaste como para ver si seguía ahí y me gritaste a la distancia:
“uno no puede evitar al pasar por los parques, detenerse para subirse a los columpios o para dar una vuelta en el carrusel”.
cursi
estaría chido, caminar y caminar por ahi, y tal vez pararse de vez en cuando a tomar un helado o a escribir un verso, o no se... cualquier cosa, como darte un besito para que me pidas uno grande o nada mas ponerme a llorar asi por el puro gusto, por las simples ganas de no pensar, o rascarme la cabeza o rascarte la cabeza
o tal vez tomarte de la mano y salir volando sin preguntarte a donde vamos, o correr en la playa y reir en ella de lo absurdo y de lo bonito que es el mundo, con tantas historias que no nos han sido contadas y que estan esperando que las descubramos abajo de las piedras o entre los dedos de nuestras manos
tambien me gustaria saltar alguna barda y encontrar el jardin mas bonito del mundo solo por que tu estas ahi y comernos una de las enormes sandías que traías en una pequeña bolsita morada donde tambien cabía tu chamarra, que solo llevabas por si hacia frio como si no supieras que mis manos siempre estan calientitas
poco a poco me voy cansando y me voy deteniendo a mirarte a la cara, por que acabo de entender que hace rato quería poner el mundo de cabeza solo por las ganas y ponerme a buscar el color mas bonito con los ojos cerrados pero la verdad es que no hace falta es mejor picarte la panza
sentarnos debajo de un arbol en otoño a contar las hojas que caen o mejor en primavera a contar las que estan ahi y las flores y los pajaritos, y estoy seguro que entre todas esas cosas simplemente encontrarias esas cosas que no te puedo decir con palabras pues he gastado mi lengua sin lograr nada
o tal vez tomarte de la mano y salir volando sin preguntarte a donde vamos, o correr en la playa y reir en ella de lo absurdo y de lo bonito que es el mundo, con tantas historias que no nos han sido contadas y que estan esperando que las descubramos abajo de las piedras o entre los dedos de nuestras manos
tambien me gustaria saltar alguna barda y encontrar el jardin mas bonito del mundo solo por que tu estas ahi y comernos una de las enormes sandías que traías en una pequeña bolsita morada donde tambien cabía tu chamarra, que solo llevabas por si hacia frio como si no supieras que mis manos siempre estan calientitas
poco a poco me voy cansando y me voy deteniendo a mirarte a la cara, por que acabo de entender que hace rato quería poner el mundo de cabeza solo por las ganas y ponerme a buscar el color mas bonito con los ojos cerrados pero la verdad es que no hace falta es mejor picarte la panza
sentarnos debajo de un arbol en otoño a contar las hojas que caen o mejor en primavera a contar las que estan ahi y las flores y los pajaritos, y estoy seguro que entre todas esas cosas simplemente encontrarias esas cosas que no te puedo decir con palabras pues he gastado mi lengua sin lograr nada
Wednesday, March 02, 2005
Calendario
Existen días gordos y pesados, que nacen un poco cansados, que se niegan a terminar aunque el reloj con su interminable paso se obstine en tratar de apresurarlos, o el orgulloso calendario grite alzando su voz -¡Pase de una vez señor!-
Justo al empezar la semana pasada, me tope con tremendo día, que por mas que intentaba, no lograba esconder su inmensa barriga, mientras se acurrucaba detrás de un lunes algo desmejorado que comía chocolates para darse animo.
Basado en experiencias pasadas en que caí en un sucio charco al tratar de saltar un día mas ancho que alto, decidí correr para darle la vuelta, tarea bastante inutíl al contarles que alrededor de su eje no pude evitar que pasara poco mas de un mes.
Corría y corría y mis piernas se cansaban y se cansaban; juro que me hubiera desmayado, y caído exhausto, sino hubiera sido por el camión de los helados que me encontré completamente cargado de nieves y paletas de todos colores.
Cuando creía que estaba a punto de llegar, me tope con un caracol quien llevaba milenios tratando de terminar ese misero día y triste murmuró que mas me hubiera valido recorrer por el lado contrario pues me faltaba cruzar un lodoso pantano.
Armado de valor y de un vasito lleno de helado de pistache, me aventé de narices en las oscuras aguas donde sobrevolaban incontables regimientos de seres alados, que terminaron con mi frágil paciencia con su insoportable zumbido.
Con los oídos tapados empecé a desandar mis pasos y no se a dónde hubiera llegado si no te hubiera encontrado con tu risa burlona por mis pantalones manchados y tus preguntas curiosas sobre si estaba ordenado mi cuarto o mis juguetes tirados.
De uno de tus bolsillos sacaste un pequeño globo que fue creciendo al contacto con tus labios y tras pasar por tus hábiles manos se convirtió en una pequeña rana, en un cebra, y una jirafa, para terminar con la forma de un majestuoso elefante.
Empecé a trepar jalándolo de la cola, un poco molesto me empujo con su trompa, hasta que lentamente alcanze su enorme cabeza, donde me arrulló el calido viento que se respira mas allá de las negras nubes de las horribles tormentas.
Misteriosamente desperté en el lugar de siempre, me levanté con cuidado, y rápidamente descolgué el calendario y antes de que respirara lo escondí debajo de un viejo diccionario, decidido a abandonar los demás días a su suerte.
Justo al empezar la semana pasada, me tope con tremendo día, que por mas que intentaba, no lograba esconder su inmensa barriga, mientras se acurrucaba detrás de un lunes algo desmejorado que comía chocolates para darse animo.
Basado en experiencias pasadas en que caí en un sucio charco al tratar de saltar un día mas ancho que alto, decidí correr para darle la vuelta, tarea bastante inutíl al contarles que alrededor de su eje no pude evitar que pasara poco mas de un mes.
Corría y corría y mis piernas se cansaban y se cansaban; juro que me hubiera desmayado, y caído exhausto, sino hubiera sido por el camión de los helados que me encontré completamente cargado de nieves y paletas de todos colores.
Cuando creía que estaba a punto de llegar, me tope con un caracol quien llevaba milenios tratando de terminar ese misero día y triste murmuró que mas me hubiera valido recorrer por el lado contrario pues me faltaba cruzar un lodoso pantano.
Armado de valor y de un vasito lleno de helado de pistache, me aventé de narices en las oscuras aguas donde sobrevolaban incontables regimientos de seres alados, que terminaron con mi frágil paciencia con su insoportable zumbido.
Con los oídos tapados empecé a desandar mis pasos y no se a dónde hubiera llegado si no te hubiera encontrado con tu risa burlona por mis pantalones manchados y tus preguntas curiosas sobre si estaba ordenado mi cuarto o mis juguetes tirados.
De uno de tus bolsillos sacaste un pequeño globo que fue creciendo al contacto con tus labios y tras pasar por tus hábiles manos se convirtió en una pequeña rana, en un cebra, y una jirafa, para terminar con la forma de un majestuoso elefante.
Empecé a trepar jalándolo de la cola, un poco molesto me empujo con su trompa, hasta que lentamente alcanze su enorme cabeza, donde me arrulló el calido viento que se respira mas allá de las negras nubes de las horribles tormentas.
Misteriosamente desperté en el lugar de siempre, me levanté con cuidado, y rápidamente descolgué el calendario y antes de que respirara lo escondí debajo de un viejo diccionario, decidido a abandonar los demás días a su suerte.
Monday, November 15, 2004
Jaqueca
Jaqueca estaba leyendo sola, un libro realmente aburrido que no le interesaba, tenía la cara seria, los ojos clavados en las pequeñas letras que no le decían nada, haciendo grandes esfuerzos por mantener una concentración que no tenía. Gracias a Dios ahorita no se acuerda de mí, que debo de estar distraído viendo un bicho o algo así; a veces es necesario comprender que hay cosas realmente importantes como trepar a la rama más alta o cargar tu casa sobre tus espaldas, otras veces no, es mejor arrastrarse poco a poco en paso lento pero seguro.
Lleva un traje oscuro como siempre y un peinado todo complicado que le hace ver la cara un poco más afilada que de costumbre, sin embargo no recuerdo haberla visto de colores más brillantes. El día de hoy está realmente aburrida (supongo que por eso no me hace caso) levanta la cara con intención de preguntar algo, pero recoge sus cosas a la carrera y se marcha, así sin mas, sin decir palabra como sino me conociera, debe haber visto pasar a Roberto con quien también suele pasar un buen rato. En fin ya regresara… mientras me voy a esconder detrás de un árbol no vaya a ser que me encuentre desprevenido.
En eso pasa una mariposa de alas blancas y se queda mirando pero no dice nada, está suspendida flotando en el aire como colgando de un hilo, tiene hambre se le nota a leguas, además de que de otra manera no estaría aquí, no deja de regresar desde aquella vez que le di un suspiro que tenía guardado para alguna situación especial, esa no lo era, pero igual se lo di. El día de hoy sólo tengo una florecita amarilla, un poco tímida, que parece muy poca cosa al lado del resplandor de sus grandes alas, por eso me deja la flor en las manos, que de todas formas me gusta más que ella.
Quisiera que Lejos pensara un poco en mi, yo se que de vez en cuando lo hace, es mejor así, pero no me gusta creerlo debe ser culpa de la tele y de sus historias pequeñas y flacas. La verdad es que tampoco pienso mucho en ella cuando me encuentro a mi mismo platicando contigo, rellenando la realidad con pequeñas mentiras o una que otra nota al pie que debería estar impresa por algún lado pero que eres tan distraída que de seguro nunca leerías; es más, tampoco espero que me hagas caso pues sabes mejor que yo, que desgraciadamente entiendo menos cosas que las que digo.
El rato de descanso ha terminado Jaqueca regresa agobiada cargando una enorme pila de libros, que ni siquiera el colorido parece hacerlos mas atractivos; se sienta frente a mi y me mira con sus ojos acuosos (que en ese momento han de ser reflejo de los míos). Está decidida a tomar las cosas con calma, lentamente vuelve a abrir en las mismas páginas sobre las que no avanza, nadando en una enorme sopa de letras que no es posible comer con cuchara, se lleva las manos a la barriga y saca la lengua con el ademán inconfundible del asco.
Sus muecas me despiertan del mundo que les cuento y le explico minuciosamente los lados obscuros, aunque guardo solemnes silencios frente a enormes abismos que parecen pequeños huecos, pero son capaces de perdernos en ellos, si no tenemos un mapa o de perdida una sencilla linterna. La mayor parte de las veces me ayudo con un poco de plastilina que va tomando forma con mis torpes manos y temo que pueda deshacerse con tu siguiente pregunta y me siento un poco culpable por algunas de las veces que me he rendido. Esta vez no ha sido el caso poco a poco se termina la hoja y nos regala un poco de claridad que nos lleva a la puerta que no quiero cruzar prefiero seguir ahí contigo.
Lleva un traje oscuro como siempre y un peinado todo complicado que le hace ver la cara un poco más afilada que de costumbre, sin embargo no recuerdo haberla visto de colores más brillantes. El día de hoy está realmente aburrida (supongo que por eso no me hace caso) levanta la cara con intención de preguntar algo, pero recoge sus cosas a la carrera y se marcha, así sin mas, sin decir palabra como sino me conociera, debe haber visto pasar a Roberto con quien también suele pasar un buen rato. En fin ya regresara… mientras me voy a esconder detrás de un árbol no vaya a ser que me encuentre desprevenido.
En eso pasa una mariposa de alas blancas y se queda mirando pero no dice nada, está suspendida flotando en el aire como colgando de un hilo, tiene hambre se le nota a leguas, además de que de otra manera no estaría aquí, no deja de regresar desde aquella vez que le di un suspiro que tenía guardado para alguna situación especial, esa no lo era, pero igual se lo di. El día de hoy sólo tengo una florecita amarilla, un poco tímida, que parece muy poca cosa al lado del resplandor de sus grandes alas, por eso me deja la flor en las manos, que de todas formas me gusta más que ella.
Quisiera que Lejos pensara un poco en mi, yo se que de vez en cuando lo hace, es mejor así, pero no me gusta creerlo debe ser culpa de la tele y de sus historias pequeñas y flacas. La verdad es que tampoco pienso mucho en ella cuando me encuentro a mi mismo platicando contigo, rellenando la realidad con pequeñas mentiras o una que otra nota al pie que debería estar impresa por algún lado pero que eres tan distraída que de seguro nunca leerías; es más, tampoco espero que me hagas caso pues sabes mejor que yo, que desgraciadamente entiendo menos cosas que las que digo.
El rato de descanso ha terminado Jaqueca regresa agobiada cargando una enorme pila de libros, que ni siquiera el colorido parece hacerlos mas atractivos; se sienta frente a mi y me mira con sus ojos acuosos (que en ese momento han de ser reflejo de los míos). Está decidida a tomar las cosas con calma, lentamente vuelve a abrir en las mismas páginas sobre las que no avanza, nadando en una enorme sopa de letras que no es posible comer con cuchara, se lleva las manos a la barriga y saca la lengua con el ademán inconfundible del asco.
Sus muecas me despiertan del mundo que les cuento y le explico minuciosamente los lados obscuros, aunque guardo solemnes silencios frente a enormes abismos que parecen pequeños huecos, pero son capaces de perdernos en ellos, si no tenemos un mapa o de perdida una sencilla linterna. La mayor parte de las veces me ayudo con un poco de plastilina que va tomando forma con mis torpes manos y temo que pueda deshacerse con tu siguiente pregunta y me siento un poco culpable por algunas de las veces que me he rendido. Esta vez no ha sido el caso poco a poco se termina la hoja y nos regala un poco de claridad que nos lleva a la puerta que no quiero cruzar prefiero seguir ahí contigo.
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